UNA ANTIGONA DE LEY
Por Charly Zarate
Si hoy pensáramos en una actriz en la que puedan convivir todos los universos interiores de los clásicos más reconocidos, hay un nombre que se ha ido instalando a fuerza de trabajo, coherencia artística y potente talento: Ana Yovino.
A pocos días de haberse estrenado "Antigona Vélez", la acertada puesta teatral que Pompeyo Audivert realizó del libro de Leopoldo Marechal, esta pieza va en camino de posicionarse como un clásico diferente. Donde la tragedia griega toma identidad nacional. Y como lo identifica su director de antemano: “Antígona Vélez es nuestra Antígona, su rebelión y sus significados se acrecientan en lo argentino, es una fuerza colectiva y anti histórica, una fuerza débil, femenina, destinada a prevalecer".
La interpretación de Ana Yovino es, sin dudas, excelente. No hay marcas de fisuras tangibles en su composición. Sorprende visualmente el trabajo corporal, con evidentes reseñas de la danza butoh., entrenamiento físico realizado por Reih Volij, y que Yovino despliega con soltura y gran destreza. Sobre todo en una escena majestuosa y bella donde su cuerpo se arquea hacia atrás, de tal manera que su cabeza pareciera hundirse en la tierra, mientras no decae ni el ritmo ni su respiración para acompañar esos extensos parlamentos.
Hay un desplazamiento por ese puente, quizás metáfora de la frontera entre civilización y barbarie, por donde Antígona transita su penar, casi poseída por la tragedia que la azota esa noche. Su hermano ha sido asesinado y le niegan su entierro. Ella impone su propia ley y logra imponerse contra Facundo Galván (Villanueva Cosse) aunque esto le cueste su propia vida.
Yovino sostiene el relato de manera impecable, creando clímax intensos con su dúctil voz, que se expande por toda la sala María Guerrero del Teatro Nacional Cervantes, e invita a descender a hasta ese inframundo mágico, sobrenatural y oscuro que Marechal supo también llevarnos en su Adan Buenosayres.
DEL MITO SOFLICO A NUESTRA PAMPA
En la mitología griega, Antígona es hija de Edipo y Yocasta y es hermana de Ismene, Eteocles y Polinices. Acompañó a su padre Edipo (rey de Tebas) al exilio y, a su muerte, regresó a la ciudad. Sófocles se basó en este mito para escribir esta tragedia que representó por primera vez en 442 a.c. En Tebas, pasada una guerra cruenta, la joven Antígona quiere dar sepultura al cadáver de su hermano Polinices, general muerto en combate; pero el tirano Creonte considera a Polinices un traidor por haber vuelto las armas contra sus hermanos. Le niega, pues, las honras fúnebres. Al cuerpo insepulto de Polinices lo destrozarán buitres y perros, nunca será abrigado por la tierra, y jamás entrará en el reino de la luz y de la paz. Ese es el castigo horrendo.
Pero Antígona “tiene el corazón puesto en cosas ardientes, en deseos de desobediencia”. Allí está la semilla de la tragedia. Violando la prohibición, la muchacha asperja con vino el cuerpo del hermano, lo frota con fino polvo y lo soterra. Capturada, Creonte de nuevo castiga: la doncella morirá de hambre y sed en una cueva sellada en la montaña.
Cuentan los antiguos que Eva, la bíblica, tuvo dos hijos: Caín y Abel, y que celoso el primero del segundo le asesinó, golpeándole con la quijada de una bestia. En distintos pasajes de la Biblia se recoge el acto de enterrar a los difuntos como un acto de misericordia, y el ser privado de sepultura y dejado para pasto de animales como el castigo más grande y la infamia más notable (Salm. LXXVIII, 2). También recoge el Corán cómo le fue explicado a Caín el modo en que éste debía enterrar a su hermano.
Y esto es lo que se propone Antígona Vélez que, como la heroína de Sófocles, desobedece el mandato de Facundo Galván (Creonte): Antígona reconoce la acción innoble de su hermano, Ignacio Vélez (Polinices), y sabe que con su muerte ya ha sido castigado. No se opone a ella ni se rebela (“Ya tiene su castigo”, dice). No es contra la ley del hombre contra la que lucha, sino contra el edicto del hombre que afrenta a lo divino. Es esa “ley más vieja” la que Antígona quiere hacer respetar, la ley divina. Dice el Viejo, que conoció a Luis Vélez: “Leyes hay que nadie ha escrito en el papel, y que sin embargo mandan”, y, más adelante, el Coro de Hombres: “Es una ley antigua la que nos manda esconder abajo nuestra miseria”. Y Antígona a su hermana, Carmen, a la que el miedo impide actuar con y como ella: “La tierra lo esconde todo. Por eso Dios manda enterrar a los muertos, para que la tierra cubra y disimule tanta pena”.
TRES ANTIGONAS PARA UN MISMO CUERPO
Primero fue la puesta de Dora Milea sobre la adaptación de Jean Anouih (La Carbonera, 2004/5), luego dirigida por Carlos Ianni en “Fino polvo sobre toda piel”, del poeta peruano José Watanabe, donde recrea la tragedia de Sófocles en forma de unipersonal (Celcit 2006).
¿Qué tiene de diferente esta Antígona?
Lo diferente es el paisaje, está situada en la Pampa durante la época de la Conquista del desierto, en la estancia La Postrera, y allí esta Facundo Galván matando indios a lo loco y forjando lo que va a ser este país que está construido sobre tanta sangre. También aparecen los dos hermanos de ella, pero todo está teñido de una brujería muy campera, Marechal le da mucha intensidad a esa especie de personificación que hace de la noche, de la luna y esta la tragedia también imprimida pero con una identidad muy argentina.
¿Y el universo del personaje?
Mantiene lo mismo que plantea Sófocles en su tragedia, ella es la ley del deseo y Creonte es la ley del orden, de lo político que tiene que ser para que se construya algo, y ella sobrepasa esa ley a pesar de que sabe que va a morir. En esta versión, en particular, hay algo en ella bien diferente y es que es tomada por ciertas fuerzas sobrenaturales que le imponen llevar a cabo el entierro de su hermano a pesar que está prohibido. Parece que está ahí tomada por las brujas, entonces es una Antígona bastante sobrenatural y eso me gusta mucho. Y la distancia mucho de las anteriores, no tiene nada de naturalista, esta como medio poseída, por el llamado de su hermano y aparece como un grito de barro que pareciera llamarla, y ese costado me parece muy interesante.
¿Cómo llego la propuesta del director Pompeyo Audivert?
Me llamo, tuve una entrevista y allí mismo me dijo:”sos Antígona”. A mi Pompeyo como director me encanta, es una persona muy cálida y que genera unos climas de ensayo con mucha libertad sin la presión del miedo a equivocarse. Genera mucho espacio para la creación, él es un ser muy estimulante desde sus apreciaciones y desde el campo que abre.
¿Que logran poner en escena?
Hay un mundo que nos llevó todo un tiempo crear, y está allí arriba ensamblándose de manera potente. Un cruce de líneas entre una fuerza antigoneana que parece va cruzando los siglos y algo bien argentino: allí esta Antígona Vélez, y estamos muy contentos con el resultado.
Además de haberse convertido, quizás, en la actriz argentina que más ha revisitado con su cuerpo y su vos a ésta mítica heroína, Ana Yovino ha personificado a Ofelia en la puesta de “Hamlet” que Manuel Iedvabni monto en el Centro Cultural de la Cooperación; así como también a Estrella ( y luego también a Rosaura, en reemplazo de Muriel Santana) del clásico “La vida es sueño”, en la excelente versión de Calixto Bieito , que con tremendo éxito de público se presentó el año pasado en teatro General San Martín.
¿Cómo te planteas la elección de tus personajes para darle existencia teatral?
La verdad que nunca me plantee así las cosas, como “bueno a ver quiero hacer este personaje”, Hay personajes preciosos que me encantarían hacer como Blanche, de “Un tranvía llamado deseo”, Nina de “La gaviota” o el de “Quien le teme a Virginia Wolf”. Pero son ocurrencias más que planificación. Por el momento prefiero que la propuesta me sorprenda, hasta ahora los personajes que he hecho son lo que nunca soñé pero una vez que me los ofrecen son soñados para mí.
Ficha técnico artística de ANTIGONA VELEZ
Autoría: Leopoldo Marechal
Actuan: Renata Aiello, Iván Balsa, Joselo Bella, Melina Benitez, Gabriela Blanco, Susana Brussa, Danae Cisneros, Pablo Clerici, Villanueva Cosse, Pablo De Nito, Eugenia Grillo, Daniel Kargieman, Fernando Khabie, Andrés Mangone, Mirko Mescia, Federica Presa, Gabriela Ram, Fernando Ritucci, Gustavo Saborido, Fabio "mosquito" Sancineto, Martín Scarfi, Tina Serrano, Ana Yovino, María Zubiri
Diseño de vestuario: Mini Zuccheri
Diseño de escenografía: Ana Audivert, Norberto Laino
Diseño de luces: Leandra Rodríguez
Música original: Carmen Baliero
Entrenamiento corporal: Rhea Volij
Asistencia de dirección: Silvina Rodriguez
Producción: David Hoyo
Dirección: Pompeyo Audivert
TEATRO NACIONAL CERVANTES
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