Por Charly Zárate - Teatro
A Francisco Pesqueira le gusta autodefinirse como "artista" aunque asegura que hoy eso sea “patrimonio de cualquiera". Dueño de una profesión que viene construyendo con su cuerpo y su voz desde muy chico en su Córdoba natal, este artista nos cuenta sobre su tratectoria y sobre el re-estreno de "Te doy una canción".
Hace unos días concluyó el espectáculo "Mamarracho", que resume sus diez años de permanencia en Carne de crítica, el grupo de trabajo que armaron junto a su compañero de escenario Claudio Pazos y el director Carlo Argento.
Y del cuerpo al canto, como una constante en su vida de artista, Francisco Pesqueira re estrena "Te doy una canción", donde bucea el repertorio de cantantes populares y consagrados pero llevándolos a una interpretación singular y pintando cada tema con los bellos colores de su voz, acompañado por el pianista Ramiro Pettina.
CZ: En el transitar de cada profesión siempre hay maestros que se van apuñalando en el alma de uno. ¿Tenes alguno que te haya traspasado de esa manera?
FP: Sin dudas, para mi esencialmente lo fue Carlos Gandolfo, mi gran maestro de teatro que me cobijo mucho con su don de dar clases. Aunque también pude conocerlo más allá de la docencia ya que trabaje durante cuatro años como asistente en su estudio. Para mí, llegar de Córdoba y venir directamente a trabajar con él fue cumplir ese mágico sueño que tenia desde que era chico y leía en la revista Radiolandia que todos los grandes actores se formaban con él.
CZ: Imagino que esa experiencia te habrá ablandado puertas…
FP: Si, pero a la vez me costó mucho irme del estudio, porque sentía que había cumplido una etapa. Si te fijas en mi curriculum hay una franja que falta y que corresponde al tiempo que estuve en el estudio, porque era muy feliz haciendo ese trabajo, hasta que luego prevaleció algo que se me hizo imprescindible que fue el escenario.
CZ: ¿Cuándo se conocen con Claudio Pazos?
FP: Casualmente en el estudio de Gandolfo, hace veinte años . Allí empezamos a tener los primeros coqueteos escénicos que luego derivó en un grupo llamado Los anfitriones, junto a Hernán Giménez, Verónica Valle y Paula Lima, con ellos montamos primero “Colmo de bomberos” y luego “Los dos hidalgos de Verona”, con la dirección de Guillermo Cacacce y Ciro Zorzoli, quienes también recién empezaban.
Con Claudio Pazos matizando una bella escena de Mamarracho
CZ: ¿Y en el canto quien te marcó?
FP: Sin dudas Gachi Leibovich. En la actuación siempre me he identificado con el actor de pico y pala, y en el cantante con el estilo popular ligado a Mercedes Sosa, Silvio Rodriguez o Marilina Ross. A veces creo que no esta la cosa muy unida dentro del patrón de la actividad teatral. Yo siento que el actor y el cantante se van nutriendo.
CZ: Percibo una mixtura muy interesante entre ambas búsquedas…
FP: Me parece que esta muy bueno ver los colores de la paleta de uno mismo, y ver la variedad de cosas que uno puede transitar. A mi eso me encanta. No sabes lo cholulo que soy de mis compañeros de teatro, y no precisamente porque sean personas famosas sino que admiro desde el trabajo.
CZ: ¿Cómo fue tu inicio con el grupo de teatro Clavileño?
FP: Era un grupo muy particular que lo comandaba una señora a la que recuerdo con mucho amor que era La Totó, y en el momento que surgió la convocatoria para estar en ese grupo, yo venía de salir de una enfermedad muy dura. Entonces, la contención de hacer teatro, empezó a darme las primeras señales de salud.
CZ: ¿Crees que el teatro puede ser terapéutico?
FP: El hecho de actuar a mi me resulto muy sanador, pero más allá de eso, creo que cualquier cosa que nos une a lo que queramos hacer resulta ser sanador.
CZ: ¿Y que tipo de obras hacían?
FP: Hacíamos teatro de repertorio de autores clásico españoles. Hicimos casi veinte obras, entonces eso te daba un entrenamiento increíble. Me acuerdo que tenía un lenguaje tan rico en aquel momento, que era un adolescente atípico. Además, yo empecé actuando mucho y luego arranqué a estudiar formalmente teatro. Creo que donde uno aprende más es haciendo.
CZ: Siempre hay referentes de admiración en cualquier camino que uno atraviesa artísticamente. Me acabas de mostrar tu selecta audioteca y he visto mucho nombre de cantante femenina, ¿son tus mayores influencias?
FP: Mas allá de que las cantantes me llegaron siempre mucho más desde lo emocional, también hay un repertorio que me interesa y que es aquel que “dice algo”. El repertorio que me habla de un paisaje desde una zamba o la canción contestataria que a mi me hace pensar. Entonces, cuando empiezo a involucrarme en la música en 1982, tenía a mi hermano en la guerra de las Malvinas, la música había cambiado de lugar que es algo de lo que hablo en mi nuevo espectáculo “Te doy una canción”. También hubo un disco de ese año, de Sandra Mihanovich que para mí fue esencial ( es el que tenía “Puerto Pollensa”) en el que cantaban Alejandro Lerner, Celeste Carballo, Rubén Rada y Marilina Ross, con quien nos llegamos a vincular personalmente, ya que terminó siendo amiga de mi hermana. Ahí tenes una influencia muy importante para mí, porque veía que Marilina dotaba a la cantante de una expresividad artística. Siempre me decía que si bien esta mina no tiene un vozarrón, posee una maravillosa capacidad de conmover.
Tres Carne de Crítica: Pesqueira, Pazos y Argento
CZ: ¿Cómo se formó el grupo Carne de Crítica?
FP: En el 2001 empezamos a ensayar con Claudio Pazos, con quien ya habíamos trabajado bastante, a Carlo Argento lo conocí cuando estaba haciendo “Los indios estaban cabreros” en el Teatro Cervantes, entonces le pedimos a él que nos diera una mano desde la dirección. Aunque Carlo nunca había dirigido, con cierta precaución acepto el desafío, aunque luego se fue involucrando profundamente. El primer espectáculo lo escribimos con Claudio, y el resto la autoría fue de los tres. Nunca nos planteamos aquel primer encuentro como la semilla de lo que se consolidaría luego con siete espectáculos y un disco en diez años.
CZ: ¿Qué destacarías de Claudio Pazos como este compañero creativo de tantos años?
FP: Esencialmente que es un tipo muy talentoso, somos una construcción de muchos años de trabajo y hemos convivido con las miserias y bondades a las que te enfrenta la vida. Y estamos seguros que lo mejor que tenemos es que sabemos quien es Francisco y quien es Claudio. Hemos compartido situaciones en la vida muy dolorosas y esas cosas fortalecen los vínculos.
CZ: En “Mamarracho” hay un sketch muy interesante que es el de “la máquina de fotos”. Desde el humor nos lleva, en una pequeña dramaturgia, a una profunda reflexión sobre el paso del tiempo. ¿Cómo transitas vos este devenir de la vida?
FP: Me llevo muy bien con el paso del tiempo. Me gusta la edad que tengo, aunque ya no sea un nene. Tengo 42 años y no tengo drama en decirlo. A veces me interesa más ver como les pasa el tiempo gente famosa como Michelle Pfeiffer, que a mi mismo (risas).
Ductilidad y talento sin tiempo
CZ: ¿Qué valor le das al público al momento de armar un espectáculo?
FP: Siempre pienso en el público, es imposible no hacerlo porque uno invierte mucha creatividad en lo que uno hace y vas imaginando si eso lo puede llegar a interesar o no. Pero siento que eso no me tiene que coartar, y que voy a obtener un público más fiel cuando más honesto sea conmigo mismo y lo que quiero contar. Aparte, a medida que va pasando el tiempo eso se hace más sólido. Cuando no claudicaste o no dejaste influenciarte por algún productor, tu actitud frente al público se fortalece.
CZ: Has hecho muchos clásicos pero hay un autor al que siempre volves y ese es Federico García Lorca. ¿Qué es lo que te atrapa de su poética?
FP: Cuando era muy chico vi una versión de “Doña Rosita la soltera”, con Thelma Biral, dirigida por Cecilio Madanes, que me fascino pero sobretodo descubrí algo que fue entender una historia a través de una poesía. Y fíjate vos, quién hubiera dicho que ese chico de ocho años alguna vez iba a interpretar a Doña Rosita. Pero uno de los privilegios que me ha dado la autogestión es que me pude dar el privilegio de interpretar uno de los personajes lorquianos más bellos. Es tan contundente la palabra y tan clara la sensibilidad de lo que ese ser humano llamado Morca entendía, que hace fácil todo.
CZ: ¿Cómo se maneja lo sensible desde el propio instrumento, ya sea el cuerpo o la voz?
FP: Todo tiene que ver de qué manera te atraviesa por el cuerpo la poesía. Me pasa cuando canto que hay canciones sencillas y otras más intrincadas, por lo general en las letras que menos me equivoco son en aquellas que estan plagadas de metáforas o términos más complejos. Es raro que furseé en “Retrato”, de Antonio Machado, o “Mediterráneo”, de Joan Manuel Serrat. Eso es porque hay algo de la poética que logra hacer que la poesía te tome por completo. No es solamente lo que se pone en el intelecto sino que hay algo que te eleva y te sumerge en otro lugar. La poesía es algo que alguien se tomo el trabajo de no ser tan cotidiano inventando un lenguaje diferente y depurado, y eso mismo es lo que pasa por el cuerpo.
Un actor que no oculta su sensibilidad de cantante
CZ: ¿Cómo seleccionaste el repertorio para “Te doy una canción?
FP: Justamente tomando en cuenta el valor poético de cada tema, las palabras que fueron puestas en cada canción. Por eso son como un anclaje emocional para mí. El concepto de selección fue pensado desde la idea de “bandas sonoras de la vida”. Es como si yo te preguntara qué sería de la vida de “Cinema Paradiso” si no tuviera esa música. Entonces, hay una canción que es mi madre, mi padre o cada uno de mis hermanos.
CZ: ¿Cómo vivís el teatro, que té genera y cómo lo transitas en tu vida?
FP: Para mi el teatro es mi casa. Siempre digo, que si yo no tengo trabajo me siento desalojado y eso es porque he construido mi vida y mi mundo en el teatro. Es un hecho increíble y energético, algo que no vuelve a ser nunca igual y que no queda registro de eso que sucedió. En ese instante la vida toma una intensidad diferente, un color de cinemascope. Eso es hacer teatro, después esta el hecho de estar en el teatro, que es otra cosa que también me seduce, me gusta el olor de la gente trabajando en los teatros, ver a alguien allí cociendo parte de algún vestuario es la imagen misma de la felicidad.
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TE DOY UNA CANCIÓN
TEATRO EL BÚHO
Tacuarí 215
Teléfonos: 4342-0885
Web: http://www.teatroelbuho.com.ar
Entrada: $ 50,00 - Domingo - 19:00 hs
Ficha técnico artística
Idea: Francisco Pesqueira, Ramiro Pettina
Diseño de luces: Carlo Argento
Sonido: José "Poty" Frías
Arreglos musicales: Ramiro Pettina
Producción ejecutiva: Andrea Widerker
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