jueves, 11 de agosto de 2011

Entrevista a Mario Marino


"Soy muy docente para dirigir"
    


Por Charly Zarate

Mario Marino está dirigiendo Me imagino que vendrás acompañado (Entre tipos – vol. 1), obra de contenido LGTB que lleva una larga temporada en el teatro La Tertulia, labor que combina con su pasión por los títeres. Manifonías es la pieza con la cual viene de gira mexicana y ya ha recorrido Europa y Hong Kong. También se lo puede disfrutar en su rol de titiritero en el programa Chikuchis del canal Pakapaka.

Dramaturgo, actor, director y titiritero, Mario Marino se formó inicialmente con Cora Roca en el taller de Agustín Alezzo, luego ingresó al Escuela Municipal de Arte Dramático y simultáneamente a los 19 años comenzó a trabajar como titiritero. Arrancando en el Teatro Municipal San Martín de Merlo con una versión de La Bella y la Bestia. También hizo la carrera de pedagogía y pronto comenzó escribiendo obras infantiles y de títeres, pero su aguda observación lo llevó a interesarse por temas más profundos. Potenció sus estudios de dramaturgia y dirección con Mauricio Kartum y Ricardo Bartis y en actuación con Raul Serrano.


CZ: ¿Qué te interesa registrar del mundo a través de la escritura?

MM: Soy bastante terrenal, como buen capricorniano. Me baso en lo que veo en mi entorno diario, en los conflictos bien cotidianos y los vínculos familiares como los que se reflejan en La madre impalpable, la obra que protagonizó Jorgelia Aruzzi y que co-escribimos.

CZ: ¿Cómo se dio ese proyecto?

MM: Con Jorgelina somos amigos desde hace años. Ella me convocó en el 2007 para escribir y dirigir juntos esta obra por la que se ganó el premio ACE y el Clarín como Actriz Revelación. Realmente Jorgelina es muy histriónica y con un talento enorme.


HABITACION SIN MARCO


Luego vino Habitación sin Marco, una obra que realmente fue un hallazgo en el teatro independiente por tener un argumento digno de cualquier película de David Lynch, con recursos de ruptura e impacto que lograban desestabilizar al espectador. Entradas y salidas a diferentes realidades, raptos oníricos y una puesta anticonvencional que se potenció con la elección de la sala en el teatro Templun.

CZ: ¿Cuándo la escribiste?

MM: En el 2002, pero recién la pude montar el año pasado. Me costó mucho pensar en hacer la puesta porque es difícil y muy enroscada la historia.

CZ: ¿Cómo elegiste a los actores?

MM: En principio a un ex alumno mío, Francisco Benvenuti, un actor increíble. Y a Lucas Lagre lo fui a ver por recomendación de un amigo en Si te hubieras quedado conmigo. Para mí es un actor que tiene algo muy impactante en escena, un manejo de la tensión en el drama maravilloso.

CZ: La obra tiene múltiples sentidos y miradas. ¿Cuál era la gran metáfora para vos?

MM: De lo que yo quería hablar allí era de cómo siempre ante una situación traumática - en este caso con su familia en el personaje de Marco -, uno tiende a querer olvidar lo que pasó. Y esto es llevado al extremo ya que Marco padece de amnesia, pero yo soy partidario de saber y de recordar. Por más doloroso que sea siempre es mejor saber la verdad y terminar de ver la verdad para mí es como despertar. Allí estaba la metáfora un tanto encriptada y había quienes no podían descifrarla. También se planteó un debate sobre si el personaje al final se suicidaba o se despertaba.




CZ: Eso es genial cuando pasa en el teatro como en el cine, historias que uno quiere revisitar porque siempre aportan nuevas significaciones…

MM: Seguro. Y había gente que me llamaba en la semana o me escribía tirándome cosas que se había quedado pensando. Eso me encanta, cuando no saliste como entraste al teatro. Fue una obra que me dio un gran placer transitarla, aunque reconozco que era de difícil acceso en su abordaje.

CZ: ¿De dónde surge tu interés por fusionar lenguajes en escena?

MM: No me gusta adscribir a un solo estilo. Soy titiritero, clown, he realizado tragedias y comedias, por eso no me interesa trabajar en una sola línea. Me fascina que me propongan cosas diferentes y romperme la cabeza para lograrlo. Es lo que me divierte también. Por suerte mis padres - él era médico y ella es enfermera -, siempre fueron muy cultos los dos, muy de llevarnos al cine y al teatro, nos inculcaron una visión del arte muy integral. A pesar de que no confiaron mucho en mí al principio, les agradezco la libertad con la que pude desarrollar mi arte.

CZ: ¿Cómo te definís dirigiendo?

MM: A mí me gusta crear sobre todo un clima de confianza con los actores, que propongan e ir descubriendo juntos qué es lo que queremos. Al ser docente también tengo muy clara la dinámica de grupo. Trabajé muchos años coordinando viajes de egresados de séptimo grado, lo cual me sirvió mucho para mi actual rol de director. Creo que soy muy docente para dirigir y eso me ayuda a lograr mi objetivo persuadiendo al grupo a que haga lo que yo quiero sin la actitud típica tirana del director.

CZ: ¿Trabajás con la improvisación?

MM: Improviso cuando hay tiempo; sino, prefiero rompernos un poco la cabeza con el texto para ver qué dificultades presenta y cómo resolverlas. Igual soy fan de un tipo que se llama Keith Johnstone que tiene un libro que se llama Impro, donde habla sobre el intercambio de status; el tipo plantea que en la sociedad todo el tiempo estamos cambiando de status y que es muy fácil de ver eso, en el mercado, con tu familia, con tus amigos o con tus parejas. Entonces tomar esto para el teatro y ver qué forma física tiene un status alto o bajo, las miradas, el clima o la energía, es muy interesante para incorporarlo desde mi direccionalidad con los actores.


ME IMAGINO QUE VENDRAS ACOMPAÑADO

Desde hace varios meses lleva adelante la dirección de Me imagino que vendrás acompañado, una comedia de temática gay con gran identificación para este colectivo pero que encuentra una vuelta interesante desde la dramaturgia para que tópicos como la amistad, los vínculos familiares, el desamor o el sexo diviertan y conmuevan más allá de la elección sexual del público. Una comedia dramática, eficaz y con actuaciones notables que Mario Marino supo delinear con talento y una aguda observación artística.

CZ: ¿Cómo te llega la propuesta del proyecto?

MM: Fue muy loco el acceso. Todo surgió por un encuentro casual a través del Facebook, nos fuimos conociendo por esas interconexiones que tiene la red social de compartir música o videos y van surgiendo vínculos. En nuestro caso, la anécdota tiene que ver con un video que alguien subió del rapero gay Cazwell ("Ice cream truck") y prendió la idea de hacer algo con esa esencia entre sexy ydivertida. Y naturalmente, dijeron: “Hagámosla y vos dirigila”. Hicimos esa versión argentina y esto dio lugar a una amistad más sólida. Entonces a Nicolás Bolívar se le ocurrió pasarme el libro de Julián Arenas y así arranco todo.

CZ: ¿Qué te atrajo de la historia?

MM: Me pareció súper divertido y muy actual la temática porque la ley de matrimonio igualitario acababa de salir, aunque Julián ya la había escrito un año antes. Y la mirada que plantea no es pro ni de militancia ortodoxa, sino que naturaliza el tema. La libertad está y ahora cada uno elige si quiere casarse o no. Aunque más allá de este punto, la obra es más general y se trata de una comedia muy divertida. Pero la comedia originalmente siempre fue una manera de hacer catarsis, exponerse y reírse un poco de uno mismo, y aquí radica uno de los puntos claves de esta historia.

CZ: ¿Te dio miedo un cambio tan radical del drama psicológico a una comedia gay?

MM: Al principio un poco sí, pero lo que más me intranquilizaba era que no fuera una obra de gueto, por gays y para gays, y que hubiera mucha bajada de línea de cómo se supone que es un gay hoy en Argentina. Tampoco me gustaba del todo la etiqueta marketinera de “comedia gay”; sé que vende pero, más allá de esto, es una gran comedia sobre cuatro amigos que da el caso que son gays porteños de un promedio de treinta años de clase media. Pero más allá de todo esto, descubrí un grupo humano increíble con gran profesionalismo y compromiso.

CZ: ¿Eso dio pie a querer continuarla?

MM: Seguro. Porque pensamos que esta historia no puede agotarse en esta obra. Ya está escrito el segundo volumen. En este caso, participamos también en la dramaturgia Francisco Ortiz y yo. Ya habíamos metido un poco la cuchara en el primero, porque ambos somos dramaturgos y nos salía naturalmente hacerlo.

CZ: ¿Ahora escribiendo de a tres?

MM: Fue un mecanismo muy interesante. Hicimos una especie de cadáver exquisito donde cada uno escribía una escena, se la pasaba al otro e iba interviniendo. Igual no está cerradísimo el texto. La idea es seguir con el mismo grupo de actores y cada volumen estaría centrado en la historia de cada uno de sus personajes.

CZ: ¿Piensan estrenar el segundo este año?

MM: Nos encantaría. Aún nos quedan cuatro funciones. Yo recién vengo de México donde estuve presentándome como titiritero con Manifonías y ahora me estoy yendo en una pequeña gira por el interior hasta mediados de octubre.


MANIFONIAS

CZ: ¿Viajaste mucho con los títeres?

MM: En el exterior hay mucho campo fértil artísticamente para los titiriteros. He recorrido mucho por España con los títeres. El año pasado hicimos Hong Kong y Brasil. Esto de México fue un acuerdo con el Teatro Cervantes y voy con dos obras, que me dieron y siguen dando mucho placer hacerlas, que son Manifonías y Huevito de ida y vuelta, una obra que tiene ya veinte años.

CZ: ¿Cómo fue llegar a un público como el de Hong Kong?

MM: Nos vieron en España en un festival internacional en el 2008. Hay una agrupación mundial que se llama UniMa (Unión de marionetistas) y el representante de Asia nos vio y se copó. Y como Manifonías es una obra que no tiene texto, es muy visual y con música, le pareció que podía andar allá.

CZ: ¿Qué tipo de música tiene?

MM: El autor de la música es Mariano Cossa, el hijo de Tito, así que por sus venas corre teatro. La música es muy bella, de un estilo barroco y bastante clásica, y está intervenida por las acciones con los títeres.




CZ: ¿Cuál es la historia de la obra?

MM: Es sobre un concertista de guitarra que viene a ver su concierto y es invadido por estos personajes extraños que son los títeres.

CZ: ¿Y no tiene texto?

MM: Hay varios desafíos porque no tiene texto y, a su vez, los títeres no tienen forma, no son ni animales ni niños. Son una pandilla de “manífonos” y ellos producen sonidos - viene un poco de la idea de “manos que suenan” -, y estos personajes tienen en la historia un objetivo muy concreto: quieren cosas que tiene el músico.

CZ: ¿Cómo ves el panorama del circuito independiente?

MM: Me parece abrumador. Yo en general voy a lo que me recomiendan, pero es un semillero increíble y un lugar de ensayo y error tremendo. El actor argentino es muy experimentado. Hay teatritos de dos por dos que tienen unas obras increíbles, que te trasforman la visión. A veces me peleo con eso porque decís que el trabajo y el esfuerzo no se condicen con lo económico, y allí es donde me pega un poco lo de la edad.

CZ: ¿Por qué?

MM: Y, porque pienso voy a cumplir 40 y no da estar haciendo esto, tan inestable en todo sentido. Pero al instante siguiente digo: “Sí, re da”. Porque es un campo de prueba y, si encontrás gente tan talentosa y con tanto compromiso, está genial. Y confirmo que lo que elegí es lo que quiero.


ME IMAGINO QUE VENDRAS ACOMPAÑADO




Ficha técnico artística

Autoría: Julián Arenas
Actuan: Julián Arenas, Nicolás Bolivar, Guillermo Forchino, Francisco Ortiz Amaya
Voz en Off: Sandra Antman
Fotografía: Sol Lopez
Diseño gráfico: Lucía Molina
Asistencia de dirección: Ariel Sandez
Prensa: Juan Bautista Britez
Coreografía: Nicolás Bolivar

Dirección: Mario Marino

TEATRO
LA TERTULIA
Gallo 826
Capital Federal - Buenos Aires - Argentina
Reservas: 6327-0303
Entrada: $ 45,00 y $ 35,00 - Sábado - 23:00 hs

http://www.lavozjoven.com.ar/?q=contenido/desmembrando-el-teatro-1


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